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El aseo es un aspecto fundamental para una persona mayor. Favorece su autoestima, es bueno para su salud y ayuda a prevenir enfermedades.
Sin embargo, una vez llegado el momento, pueden presentarse ciertos desafíos tanto para los familiares como para los cuidadores. Puede que la persona no quiera ducharse, se resista, o incluso se enfade. ¿Te suena esta situación?
En el blog de hoy, te ayudaremos a entender por qué los ancianos no se quieren bañar y qué estrategias podemos utilizar para abordar esta situación con respeto y efectividad.
¡No te desesperes! Hay solución. El cuidado de personas mayores puede ser arduo y complicado, pero si le pones empeño y esfuerzo, puedes llegar a manejar la situación con éxito.
Razones por las que los mayores rechazan el baño
Generalmente, hacerse mayor genera un rechazo y miedo notables en la mayoría de personas mayores. Una vez llegados a este punto, la higiene personal puede suponer un verdadero desafío que conviene conocer en profundidad para saber cómo ayudarles.
A continuación te explicamos con detalle los motivos por los que un anciano se opone a ducharse.
Pérdida de independencia
Dado que la higiene es una actividad personal y autónoma a lo largo de nuestra vida, depender de otra persona es un golpe muy duro para la independencia y la autonomía. En muchas ocasiones, sienten:
- Vergüenza por tener que ser asistidos en una tarea tan íntima y a la vez tener que exponer partes de su cuerpo que quieren esconder.
- Preocupación por ser una carga para familiares o cuidadores.
- Frustración por no poder continuar duchándose solos o solas.
- Miedo a perder el control sobre su propio cuidado.
Haz un ejercicio de empatía. ¿Cómo te sentirías tú si ya no pudieras valerte por ti mismo? Habla con esta persona, escúchala y aborda sus sentimientos con respeto. Seguro que puedes encontrar alguna forma de que mantenga su dignidad o su autonomía, aunque sea con pequeños detalles.
Dolor o molestias físicas
Llegada a esta edad, hay personas mayores que padecen condiciones de salud muy dolorosas a la hora de darse una ducha.
Estas son:
- Artritis o rigidez.
- Incontinencia o problemas de control del esfínter.
- Dolor crónico.
- Heridas, úlceras o afecciones cutáneas.
En estos casos, lo mejor es informarse de forma concreta sobre esta enfermedad y preparar todas las cosas necesarias para que esta persona se sienta lo más cómoda posible. Contar con baños adaptados para personas con movilidad reducida es crucial para facilitar todas las tareas de este momento.
Su percepción sensorial cambia
Hacerse mayor altera los sentidos, los cuáles distorsionan su realidad. Estos cambios son:
- Mayor sensibilidad a las temperaturas extremas, por lo que encuentran el agua demasiado fría o demasiado caliente.
- Empeoramiento de la visión, lo que dificulta que puedan ver bien en el baño.
- Pérdida de olfato, esta es una de las más comunes. Al producirse, perciben su olor corporal de forma diferente, por lo que no entienden que sea necesario ducharse.
- Alteraciones en el tacto, que provocan que el roce con el agua resulte una sensación incómoda.
Miedo a caídas y accidentes
El miedo de los ancianos a caerse es uno de los motivos más frecuentes por los que no quieren ducharse. Y es que, las personas de tercera edad pueden experimentar:
- Pérdida de equilibrio.
- Mareos.
- Vértigos
- Debilidad muscular.
Todas estas situaciones suponen un riesgo de caídas en el baño, lo que genera ansiedad y rebeldía ante esta tarea.
Trastornos cognitivos
Existen enfermedades neurodegenerativas, como por ejemplo el Alzheimer o la demencia, que influyen directamente en la capacidad de anciano para entender tareas de autocuidado
Y es que en estos casos, el miedo a ducharse puede causarse por:
- Incomodidad al recibir asistencia en una tarea tan íntima, algo totalmente comprensible.
- Es posible que una persona con Alzheimer o demencia no perciba la necesidad de bañarse o que les resulte una experiencia incómoda y fría.
- Miedo ante la falta de comprensión de la situación.
En estos casos, será fundamental que establezcas una comunicación asertiva con la persona y te esfuerces en entender por qué tiene miedo a ducharse. Es fundamental que entiendas cómo dar apoyo emocional a una persona enferma.
7 consejos para fomentar la higiene en ancianos
Bien. Ahora que ya entendemos por qué las personas mayores no quieren ducharse podemos ejecutar estrategias para hacerles la tarea mucho más fácil y agradable.
¡Allá vamos!
Conoce bien las habilidades de la persona
Cuánto más conozcas a la persona, más podrás ayudarle en este proceso. Tómate tu tiempo para evaluar las siguientes cuestiones:
- ¿Sabe dónde está el baño? ¿Lo encuentra por sí solo?
- ¿Ve con claridad?
- ¿Extiende y estira los brazos?
- ¿Mantiene el equilibrio sin miedo a caerse? ¿Puede moverse por sí solo?
- ¿Sabe lo que tiene que hacer en el baño?
- ¿Conoce cómo usar los diferentes productos?
- ¿Percibe de forma correcta la temperatura del agua?
Una vez tengas respuesta a estas preguntas, podrás conocer cómo duchar a esa persona en función de sus necesidades.
Haz del cuarto de baño un sitio seguro
Piensa en cualquier peligro que pueda situarse en el baño y que tenga una solución. Así conseguirás reducir al máximo el riesgo.
- Comprueba que el termostato del agua está a una temperatura media.
- Verifica siempre que la temperatura del agua no está ni fría ni caliente, aunque la persona se duche sola.
- Coloca asideros de ducha o barandillas de ducha que puedan ser un punto de apoyo. Eso dará seguridad a la hora de gestionar toda la actividad. Puede que sea interesante para ti conocer cómo preparar baños adaptados para personas mayores.
Prepara el baño con tiempo
Una vez conozcas todas sus necesidades, deja todo listo un poquito antes para hacer más fácil el proceso. Para ello:
- Asegúrate de que dispones de todos los elementos necesarios: toallas, guantes de lavado , champú y jabón antes de decirle a la persona que es hora de bañarse. En caso de que no pueda moverse, deberás preparar un baño adaptado para silla de ruedas.
- Coloca un taburete para ducha o dentro de la bañera. Esto facilitará que la persona se sienta estable. Puedes acolchar el asiento con una toalla para que no sienta la superficie fría.
- Ten a mano un paño para cubrir los ojos y evitar que piquen por el agua o el champú. Asegúrate que ambos productos están a tu alcance.
- Llena la bañera y analiza la reacción de la persona cuando se mete en el agua.
- Controla la temperatura del agua. La persona puede no darse cuenta de cuando el agua está demasiado caliente o puede negarse a ducharse si el agua está muy fría.
- Utiliza una toalla grande que le envuelva por completo. Así mantendrás su privacidad y no pasará frío.
Céntrate en la persona, no en la actividad
El como duchar a una persona mayor depende en gran medida de cómo la trates para convencerla. Lo más probable es que ofrezca resistencia, así que hay que poner psicología al asunto y mucho empeño. ¡Te damos algunos consejos!
- No le preguntes si quiere ducharse. En su lugar, ofrécele opciones. Por ejemplo, puedes preguntarle si quiere ducharse ahora o dentro de 15 minutos. O si prefiere usar la ducha o la bañera. De esta manera, no le estás dando opción a decir que no, pero le estás incluyendo en la toma de decisiones.
- En caso de que se resista, no le fuerces. Es mejor que le distraigas y que lo vuelvas a intentar en un rato.
- No siempre debes de ser tú quién haga esta tarea. Quizá otro miembro de la familia consigue un día una reacción más positiva. No te lleves esto a lo personal, recueda que tienes un objetivo claro: que la persona mayor mantenga su higiene.
- Protege siempre su privacidad y su dignidad. Cúbrele con una toalla cuando se esté desvistiendo.
- Facilítale el camino al baño. Procura que tenga a mano un andador o una silla de ruedas para que pueda caminar hasta allí.
- Fija recordatorios para que no se le olvide la hora del baño. Si sufre demencia o se le pasa con frecuencia la hora de la ducha, deja notas por casa: en las puertas, en los espejos o en los elementos de cocina. Será mejor que utilices el humor para que recuerde que debe asearse.
- Estudia la hora más adecuada para bañarse y trata de que se haga un hábito para que se acostumbre a la idea y compruebe cuáles son los beneficios.
Adecua una metodología de baño
Diseñar una rutina y un protocolo de aseo en la ducha o bañera puede serte de gran utilidad para ir cogiendo más experiencia en cómo asear a un anciano.
- Usa frases sencillas. “Coloca el pie en la bañera”, “Siéntate” o “Aquí está el jabón” son ejemplos de oraciones fáciles que van a entender sin problema
- A la hora de lavar la cabeza a una persona encamada o con movilidad reducida, deberás contar con un lavadero especial si la persona no puede mantenerse erguida. También necesitarás un paño para reducir la cantidad de agua en la cabeza.
- Asegúrate de que la persona tiene autonomía en el proceso. Puedes pedirle por ejemplo que agarre un cepillo de ducha ergonómico, que se adapte a su mano y pueda utilizar.
Cuídale después del baño
Es importante que una vez finalizada la ducha, sigas estos pasos:
- Controla que no le hayan aparecido llagas, especialmente si tiene incontinencia o no puede moverse.
- Sienta a la persona mientras la secas. Hazlo con pequeños toques en vez de frotar. De lo contrario, podrías irritar su piel.
- Aplícale una crema o loción para mantener su piel suave.
Utiliza el refuerzo positivo
Haz del baño un momento agradable y placentero. De esos que se quieren volver a repetir. Puedes considerar las siguientes técnicas:
- Emplea aromas agradables con aceites o velas perfumadas. Esto creará un ambiente idóneo.
- Comunícate asertivamente con la persona. Elogia su apariencia después del baño, reforzando los beneficios de una buena higiene personal.
- Ofrécele una recompensa después del baño, como su merienda favorita o una actividad que le guste. Que asocie el baño a este tipo de beneficios incentivará que disfrute de la experiencia y la vea gratificante.
La hora del baño no tiene porque ser una guerra. Con paciencia, empatía y las técnicas adecuadas, puedes conseguir que tus seres queridos más mayores tengan una buena higiene personal y preserven la dignidad en esta etapa de su vida.
¡Y recuerda! Si no puedes con todo… pide ayuda. Delegar y compartir las tareas en esta situación es muy importante para tu salud mental.
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